Ustedes son capricho;
llegan a mí sin aviso,
sin pudor y sin permiso.
Abro la puerta confiada,
sin chistar y cuando veo,
ya están ahí sentadas.
Las que quedan afuera
entran por la ventana.
No encuentro yo qué hacer,
las miro destemplada,
confundida, sin sentido,
y me siento amenazada.
¿Qué hay detrás de tanto ajuar de macramé?
¿Una verdad escrita, una frase famosa,
un significado oculto, una respuesta misteriosa?
Pero ellas llegan sin aviso,
sin llamada y sin permiso,
ignoran mi incógnita
y me dejan sin juicio.
Me miran entonces y ahí estoy yo:
encrucijada.
Porque detrás no hay nada.
De tanto emperifollarse, no tienen tacto ni razón.
Cierto, digo, son capricho, vanidosas y empolvadas,
como pastelitos puestos para engordar la mascada.
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