viernes, 9 de noviembre de 2018

cuento consumista de complementarias

A ella le faltaba la pierna izquierda, a mí la derecha. O, más bien, yo tenía la izquierda y ella la derecha. Nos encontramos frente a frente en la vereda, como cuando no sabes por qué lado seguir y sin querer se forma un vaivén bastante torpe y ridículo, sólo que en este caso era con muletas.
El punto es que le dije "oye, dejémonos de bailar y vamos a comprar zapatos. Podemos comprar un solo par y luego otro par y así ya nunca gastaremos el doble". Me miró un par de segundos y se largó a reir. Calculo que en el rato previo a la risa, no sólo estaba un poco perpleja, sino también dándose tiempo para examinar mi estilo.
Entonces me dijo "ya, ¿tienes tiempo ahora?".
Fue una de las formas en que hice una amiga y cuando íbamos a comprar juntas, llegábamos a la zapatería, yo la miraba y le decía "escoja".

hay un mundo

Hay un hombre con abrigo
en la vereda, sin su mujer
entre el frío y la nostalgia
hay un hombre sin abrigo

Hay un niño con juguete
en un puente, con su madre
entre la inocencia y el odio
hay un niño que es un lobo

Hay una señora con canasto
en la plaza, con su perro
entre la paz y el desamparo
hay una señora con pasado

Hay un joven con cigarro
en el cruce y solitario
en libertad con servidumbre
hay un joven sin futuro

Hay una mujer que tararea
junto al río una canción
entre río y el cerro
hay una mujer que se marea

Hay un mundo que se mueve
en un punto, gira y gira
entre un cielo y otro cielo
hay un mundo que se muere