A ella le faltaba la pierna izquierda, a mí la derecha. O, más bien, yo tenía la izquierda y ella la derecha. Nos encontramos frente a frente en la vereda, como cuando no sabes por qué lado seguir y sin querer se forma un vaivén bastante torpe y ridículo, sólo que en este caso era con muletas.
El punto es que le dije "oye, dejémonos de bailar y vamos a comprar zapatos. Podemos comprar un solo par y luego otro par y así ya nunca gastaremos el doble". Me miró un par de segundos y se largó a reir. Calculo que en el rato previo a la risa, no sólo estaba un poco perpleja, sino también dándose tiempo para examinar mi estilo.
Entonces me dijo "ya, ¿tienes tiempo ahora?".
Fue una de las formas en que hice una amiga y cuando íbamos a comprar juntas, llegábamos a la zapatería, yo la miraba y le decía "escoja".
No hay comentarios:
Publicar un comentario