En esta época nuestros íconos mueren,
nuestros ídolos mueren, nuestros amores mueren.
Y nos volvemos un poco viejos;
el corazón, como de cera,
se va haciendo a nuevos moldes,
los amores de la era.
Cada lágrima se llena en tres vueltas de reloj
para rodar sobre sí misma sin temor.
Pero no desperdiciamos llanto,
ya atesoramos la sal del cuerpo,
que adora cada paso caminado,
cada tramo de pasto, cada flor anónima.
Con nuestros grandes iremos a parar,
al único lugar donde somos iguales,
en tertulias eternas de poesía y sangre.
Bebiendo la luz del día,
mirando a los hijos rodar
el siglo hacia otras praderas.
y se repite, se repite, se repite...y vive cada vez de distinta forma...ya aprendido de si misma, a amarse como a todo...
ResponderEliminarMe gusta tanto lo que escribes...tb lo doloroso y esperanzador. <3
Pelusa