martes, 8 de febrero de 2011

tengo

Tengo esta volcánica, oscura, vehemente necesidad de escribir y no puedo. Me aprisiona, me suelta a los calabozos del silencio más banal. Huelo a tabaco sin haber fumado en meses y qué diantres es lo que me hace falta. Pagar las mandas, arrastrar una cola de fetiches, desprenderme la piel entera, lamer un cactus. Esperar por un milagro de musas seniles escapadas del asilo.

Dios la bendiga, a la vieja famélica que grita por mis calles. Lleva la estupenda corona de la ebriedad perpetua.