Volveremos a nacer los dos juntos, tú y yo, juntos. Hermanos de un único saco, cortados por la misma tijera e incestuosos, como somos, porque somos carne y tu sangre desagua en la mía.
Incestuosos e impúdicos. Desnudos.
Lloraré tu llanto, reirás mi risa, mataré por ti. Iremos buscando cada mañana las flores en la piel, hasta que un día -pero al morir el sol- un bellísimo brote nos desvele la mirada para siempre. Será una niña y beberán ustedes hermosos de mis pechos perfectos. Llenos.
El día que mueras me cubriré con la piel tuya y saltaré de una alta roca para hudirme en el fondo de la tierra.